Partir de un elemento enclavado en un contexto nada favorable, sin un programa específico, nos lleva a alejarnos del contexto y generar unos espacios interiores versátiles.
El contexto dentro del que trabajamos es un antiguo bloque de pisos con bajos comerciales, marcado por unas cubiertas fuera de lugar, donde el mantenimiento de éstas y las fachadas ha sido nula durante la vida del edificio. Por esto mismo, el proyecto parte de una fachada diferenciadora, de ladrillo visto a hueso, que se abre a la calle, generando un nuevo espacio intermedio entre el interior y el exterior que invita a los usuarios a entrar gracias a su forma curva.
Una vez dentro del local, se trabaja con dos elementos principales: el espacio principal de trabajo y las zonas de servicio. El primero, es un espacio diáfano, capacitado para la realización de cualquier actividad comercial, el segundo, se basa en un almacén y un aseo, pero el espacio que toma protagonismo, es el espacio entre los anteriores, sirviendo de filtro, generando un nuevo espacio, que dota a los espacios de tránsito de un uso propio.
Se aprovecha la estructura existente del local para articular todos estos espacios, así como para jugar con los techos y continuar con las curvas que marcamos en fachada.
Tratándose de un espacio sin uso previsto, se parte de la utilización de una base neutra de suelo oscuro y paredes y techo blanco, introduciendo un toque de color, con la cerámica y el travertino amarillo, en los espacios de servicio. Se aprovecha el espacio de trabajo, para introducir un elemento de iluminación diferenciador que le aporte carácter al lugar.